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Biografía

FRUTOS MARÍA. ESCULTOR DE HIERRO FORJADO Y PINTOR

La profundidad con la que entendamos a los materiales será el resultado de nuestro trabajo

Frutos María

Burgos, España, 1959

Mi trabajo es sensible a la creación, es un proceso constante de análisis e investigación para que el trabajo sea de calidad en el diseño de las esculturas. Yo siempre creo en mi trabajo, mi capacidad de hacer lo que me gusta. Una necesidad interna es la que me ha conducido a crear. No busco el éxito, me interesa más el trabajo bien hecho, con coraje y sentimiento.

No me gusta limitarme en el trabajo, siempre busco ir más allá, por ello me gusta innovar con diversos materiales, trabajar con sus texturas y crear nuevas formas. Hay que saber cómo moldear cada uno de ellos, ya que cada uno pide un trato distinto.

Vivencias que se acumulan...


Nació en Hontoria de Valdearados (Burgos) en 1959, hijo de agricultores. Realizó sus primeros estudios en su pueblo natal donde pasó su infancia. Desde muy joven siente muchas inquietudes creativas, se construía sus propios juguetes y empezó a realizar manualidades. Sus primeros cuadros y objetos de decoración los vendía con 12 - 13 años.

Su pasión por las herramientas y la mecánica lo lleva a estudiar maestría industrial donde empieza a crear piezas escultóricas en hierro.

Debido a su inquietud, afán, y buena visión por los negocios y a su espíritu aventurero intenta viajar y trabajar fuera de España incluso en los sultanatos Árabes, pero le ponen varios impedimentos para marcharse por su corta edad.

En la actualidad compagina sus negocios con el arte disfrutando cada día más de la creatividad.

Críticos de arte y amigos le animan para que exponga sus obras, pero tiene más interés en crear que en exponer.

Frutos María es un consolidado artista de Alicante, que nació en Burgos en 1959. Hizo su primera exposición en 2008 y, desde entonces ha realizado numerosas muestras, individuales y colectivas.

Trabaja tanto la escultura como la pintura y utiliza para ello materiales muy diversos como la madera, el hierro, la piedra, el hormigón armado y materiales reciclados del mar mediterráneo.

Críticos y compañeros de profesión


A lo largo de mis años involucrado en este bello arte he ido haciendo innumerables amigos y compañeros de viaje. Ellos te cuentan un poco que impresión tienen acerca de mi y de mi obra.

CARTA DE ACREDITACIÓN EXPOSICIÓN JANO - UNIVERSIDAD DE ALICANTE
clic aquí para abrir la carta

Renata Ghiazza Doctora en arte y directora en Museo de Milano (Italita)

Ha terminado, recientemente, en la casa museo la Barbera de La Vila Joiosa en la provincia de Alicante, “Eclosión de la forma VI”, una exposición de obras bidimensionales y tridimensionales, de gran impacto visual realizadas por el artista Frutos María, que desde su lugar nativo, Burgos, ha traído con él a Alicante, como rasgo caracteristico de su ”modus operandi”, una fuerte expresividad, muy apreciada por el público en otras exposiciones.

Con referencia a las obras expuestasen la casa-museo La Barbera, he preferido recurrir a las definiciones ‘bidimensional’ y ‘tridimensional’, excluyendo las diferencias tradicionales entre pintura y escultura, porque las dos tipologías expresivas en Frutos, tienen un signo común en la concreción de la materia de la que están hechas, a pesar de la diversidad de su ejecución y de los diferentes momentos que ocupan en la carrera artística de Frutos. De hecho, el artista comienza su trayectoria como escultor y más tarde, en los ultimos años, se acerca a la bidimensionalidad, que con resultados exitosos se apoya en la investigación plástica. En ambas técnicas está implícito el mismo placer de presentar, la realidad material, conseguida u obtenida por medio de la trimensionalidad: con una visión general fuerte y brillante teniendo que emplear materiales duros como el hierro y el acero, complejos como la madera, o totalmente por descubrir, como el hormigón. Diferente es la realidad material exhibida en las obras bidimensionales, que no requieren en Frutos grandes esfuerzos, si no una gran fantasía y sensibilidad, unidas a un atento estudio de los materiales elegidos: como la arena, la resina, el pigmento natural seleccionado sobre la base del efecto cromático final perseguido. A propósito de este milagro representado por la creación artistica, viene a colación una anéctoda del gran artista del Futurismo italiano, comparable a Balla y Boccioni que es Fortunato Depero, el cual reaccionando a las quejas de su esposa por el hecho que no tenian hijos, le contestó: “nuestros hijos, son mis obras…”. Así siguiendo con la comparación, si tomáramos como referencia el propio Frutos, y sus creaciones sucedería que sus obras tridimensionales serían hijos violentos y rebeldes, las bidimensionales: hijos creativos e huidizos ¡Cuánta firmeza y paciencia para educar a los primeros ! ¡Cuánta sensibilidad y fantasía para los segundos! En referencia a estas dos producciones, ha afirmado, con mucha intuición, en el texto introductorio de la muestra de La Vila Joiosa, Pasqual Patuel, docente de la Universidad de Valencia, que Frutos capta el nexo entre estos dos momentos creativos y traza una descripción detallada de ambos procedimientos, los cuáles, describen sus etapas sucesivas, en las que trata materia de manera distinta. Procedimientos solo en aparencia muy distantes, como los títulos: “cuadro” y “escultura” podrían hacer entender. En el Espacio de Arte Contemporanea la Barbera, antigua propriedad de la rica familia Aragonés, que el Ayuntamiento de
La Vila Joiosa ha reestructurado recientemente y dedicado al arte contemporáneo, se pueden admirar una treintena de creaciones del artista. Dentro de las obras bidimensionales destaca la recientísima “Poblados” con una técnica mixta de resina y pigmento sobre tabla del 2015, y también la otra obra menos reciente, del 2012,
pero igualmente interesante y estimulante, que es ‘Paisaje lunar’, ésta también realizada con técnica mixta de arena, resina y pigmento natural, ambas con una superficie superior al metro cuadrado y caracterizadas por el acentuado relieve de la materia, así como todas las obras bidimensionales presentadas en la muestra. Entre éstas tenemos que recordar: “Paisaje marino” o “Cuadro verde” siempre con arena, resina y pigmento natural, pero también obras emblemáticas como “Análisis geométrico” fechado en 1987 y “Composición geométrica” del 2013, realizadas ambas con materiales propios de la escultura: hierro, para la primera, y acero, para la segunda, que de igual forma comparten dimensiones más reducidas. “Eclosión de la forma VI” título de la exposición, insiste sobre la peculiaridad y la caracteristica inconfundible de las obras de Frutos: la investigación y la experimentación. Inclinaciones o comportamientos que se han desarrollado en un recorrido por etapas, presentados en varias exposiciones entre las que la muestra de La Vila Joiosa, constituye la sexta. Se advierte el resultado de un esfuerzo constante que persiste desde cuando era un joven estudiante técnico en Burgos, donde descubrió las potencialidades del hierro macizo y más tarde, las ofrecidas por el acero y la madera hasta llegar en su madurez artística caracterizada por las obras bidimensionales. Quien observa la producción artística de Frutos, encontrará una tenaz y constante búsqueda, que aunque inspirándose en el neoplastiscismo internacional se enriquece con experimentaciones personales, expresadas en el acierto
por acercar a la rigidez geométrica del plano, el elemento curvilíneo, aprendido con trabajos paralelos y experimentos bidimensionales, tan cercanos, en primer lugar, al informalismo europeo, con todo su organicismo, su gestualidad y sus movimientos y al informalismo español, históricamente precoz con respecto a las tendencias europeas aunque posterior al movimiento artístico francés. En cuanto a ésto señalaría “Luna” realizada en acero y hierro en el 1987, donde el elemento curvilíneo interrumpe y rompe la planifice del metal. Igualmente la línea curva centra el trabajo más reciente ”Brocal“ en hierro patinado del 2001, y también el posterior “Bosque talado”, en hierro y acero, del 2011, que parece retomar y modular con resultados inesperados las emociones de otra obra: ”Abrazos” del 1999, donde el homenaje a un grande de la historia del arte española como Chillida es evidente. Eduardo Chillida ha significado para Frutos una referencia
constante en la que medirse ante numerosas pruebas. Ya que hablamos de los maestros, no podemos olvidar a J. Guardiola, el arquitecto alicantino, artífice de la modernidad de su ciudad, con el que Frutos colaboró como asistente por muchos años y donde aprendió, el hecho de que una escultura, antes de ser tal, es antes
que todo arquitectura: prima una idea y después, una atenta y laboriosa construcción. Con gran conciencia, autoconocimiento y humildad, entrevistado por Martín Sanz, hace algunos años comentó. “No busco el resultado inmediato, me preocupa el trabajo bien ejecutado con coraje y sentimiento”.

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Pascual Patuel Profesor de arte en Universidad de Valencia

En este contexto plástico debemos situar la obra del escultor Frutos María (Hontoria de Valdearados. Burgos, 1959), asentado en la ciudad de Alicante desde 1985, donde tendrá el apoyo y orientación del arquitecto y artista Juan Guardiola Gaya. Algunas estancias y viajes al País Vasco le posibilitaron el conocimiento de artistas como Eduardo Chillida y Jorge de Oteiza. Admira su capacidad para convertir en arte unos materiales asociados únicamente al mundo de la tecnología prácticamente desde la Edad del Hierro.

Como ellos ha convertido la dureza de la plancha y la barra maciza en materia plástica adecuada para sus propuestas, estableciendo un diálogo entra la forma y el espacio de gran personalidad y creatividad, hasta conseguir extraer de un material extremadamente inhóspito y pesado toda una serie de posibilidades
que le permiten expresar sus planteamientos personales. Este interés por el hierro se ha reforzado y enriquecido con su afición y dedicación profesional durante una serie de años al mundo de la mecánica. En este sentido, Frutos María es un hombre de su tiempo que trabaja con los materiales que constituyen
en buena medida la materia prima de nuestra civilización desarrollada.

Todas estas experiencias empiezan a cuajar en 1974, cuando aparecen sus primeras obras todavía de pequeño formato. No obstante, el salto a formatos mayores y a una dedicación mucho más intensa se produce en 1985, cuando se asienta definitivamente en Alicante. En esta ciudad de adopción ha desarrollado,
durante los últimos 30 años, la mayor parte de su obra y ha conseguido establecer un “taller” en su propio domicilio donde dispone de las herramientas más adecuadas y especializadas para llevar a cabo su labor que
en la actualidad alcanza ya elnúmero de más de 300 obras.

La tecnología es un capítulo fundamental para poder calibrar bien su trabajo. La barra o la chapa férrea se cortan con procedimientos diversos como el oxiforte, el láser o el chorro de agua. Une las distintas piezas con soldadura de hilo, máquina de electrodos o máquina de tig, en función del grosor, características del material y los resultados que se quieren obtener. También ha recurrido a las técnicas más tradicionales como la fragua y el moldeado con yunque y martillo. El proceso de pulido con radiales completa los exquisitos acabados que ocultan costuras e irregularidades hasta conseguir una obra gran elegancia y precisión similar a un engranaje. Finalmente cuida primorosamente las superficies para que afronten con solidez el paso del tiempo, la intemperie o el deterioro. Aplica ácidos para conseguir oxidaciones, baños para detener este proceso en el punto que le interesa, ceras diversas y temperatura para conseguir acabados de gran exquisitez, perfección de patinado y durabilidad. Trabaja en el seno de la geometría con una opción muy clara por la abstracción, pues siempre se ha sentido atraído “por elementos geométricos de gran sencillez”. También se ha interesado intensamente por la pintura informal de raigambre matérica y de hecho su estudio alberga una gran cantidad de obras de densos y exquisitos empastes. De algún modo geometría e informalismo son dos maneras de ver expresar el mundo, siempre desde el tamiz de la abstracción, y constituyen una relación complementaria de opuestos entre ethos y pathos.

Su principal objetivo, en el ámbito de la tridimensional, es el de diseñar conjuntos de equilibrio formal, donde el espacio vacío dialoga con la materia artística. En ocasiones recurre a efectos de seriación o evoca imágenes que proceden de la arquitectura o de su propia invención o experiencia perceptiva. No obstante, sus obras huyen de un espacio ortogónico, frío y cartesiano, y buscan una concordia dinámica que ponga en valor la dialéctica armónica de los planos y segmentos lineales que configuran cada propuesta. Su curiosidad y espíritu investigador es tal que difícilmente asistimos a una repetición de códigos expresivos. Muy al contrario cada obra, dentro de su estilo personal, es una “aventura” nueva un “reto” distinto que trasciende la anterior y
busca la innovación. En una entrevista realizada recientemente en su casa-estudio me comentaba: “cuando tengo una obra clara en mi mente, necesito meterme en otra para continuar imaginando y creando nuevos universos”.

Ha trabajado fundamentalmente en tres direcciones. Obras bidimensionales en chapa recortada, con formas geométricas en su interior a través de las cuales el espectador puede transir su piel y observar los mil y un matices de sombras que proyectan sobre la pared del fondo en función del ángulo de la luz que reciben. Obras hechas de barra metálica, normalmente maciza, donde el objetivo es la concatenación de los distintos segmentos lineales a la búsqueda de armonías formales de gran riqueza visual, dinamismo y atrevidos (a veces vehementes) equilibrios, donde el espectador es invitado a rodearlas con su mirada para captar y asimilar toda la riqueza que ofrecen los distintos puntos de vista y el entrecruzamiento de sus elementos que aporta metamorfosis continuas. Finalmente la chapa metálica le permite verdaderos ejercicios de “papiroflexia” que doblan y recortan fragmentos de su superficie hasta conseguir espacios vacíos entrelazados con los planos que evocan la idea de Jorge de Oteiza sobre la desocupación del espacio, que a su vez conecta
con las teorías de los constructivistas rusos, los cuales entendían la obra de arte no como un proceso de “eliminación” material, en la línea de la escultura tradicional, sino como un proceso de “construcción” a base de planos, para conseguir finalmente un juego de equilibrios entre límites y ámbitos relacionados y dialogantes entre sí a partir de estructuras poliédricas.

En síntesis estamos ante una obra sólida, exquisita, nacida de su deseo de mostrar su propia realidad con una visión abstracta, que prescinde del detalle para hacer de la forma y el espacio sus principales elementos constitutivos.

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Eduardo Lastre Artista y Comisario

A medida que pasa el tiempo, Frutos María, va acercándose, en su escultura, hacia principios que se basan en un diseño de lo abstracto. La abstracción, no como falta de argumentos sobre la realidad, sino como investigación del espacio que nos circunda. Desde su llegada a Alicante, su ciudad de acogida, la escultura de Frutos ha ido consolidándose en estructuras dependientes de las formas precisas, de la escultura más subordinada a la geometría.

Desde sus orígenes, ya en la escuela taller en Aranda de Duero, comenzó a dar forma a un volumen cúbico de acero, moldeándolo apenas con unos leves planos, como para querer trasgredir pero al mismo tiempo investigar, desde su entendimiento, ese volumen puro. En la actualidad Frutos indaga el juego sutil de los encuentros con los volúmenes y el espacio, con la utilización de distintos materiales, dándole a cada cual su sentido y forma como tal material: el acero corten, la madera, ya habituales en él, y a partir de ahora, con el hormigón visto. Una experiencia presente en la exposición que le ha valido para poder dimensionar, más si cabe, el tamaño de sus esculturas. Un análisis sobre el vacío, pero desde la concepción del bloque, volúmenes tratados con huecos y salientes, donde domina la forma más poliédrica. Su superficie pulida da vida a la escultura en la que los valores texturales, en cuanto a las variaciones de color, son un atractivo más en esa búsqueda entre las precisas formas. Siempre apreciando la naturaleza del cemento, la creación de dibujos y aguas de su superficie. Obra, escultura, la de Frutos, sobre todo la última, basada en una idea de la forma donde afloran los alientos de Chillida y, como no, de Oteiza, la gran escultura española del XX, y la gran investigación que no termina. Pues es en esta formulación donde la escultura se debate y debatirá como un problema esencial del ser humano: la visión del espacio convirtiendo sus formas más elementales en soluciones para analizarnos, para un mayor entendimiento del mundo. Otro camino de su hacer plástico, en contemporaneidad con la escultura, es la pintura, aunque esta vaya por otros derroteros. Una pintura en la que el contraste de materiales y texturas, entre resinas de poliéster, arenas, hierros oxidados, maderas viejas, dan preferencia a ese mundo de superficies, donde la rutina de los elementos formales establecen diálogos plásticos de antiguos recuerdos sobre la plasticidad de sus objetos. Aunque en su visión de la plástica como escultor, recuerde al pintor su condición, para que juegue también con el volumen de algunas de sus partes, invitando a la participación del espectador. Una obra pictórica que trata fundamentalmente del juego entre las diferentes texturas y el color, en superficies y formas más o menos aleatorias producto del encuentro o de la apropiación que, en todo caso, dependen de las sensaciones plásticas que al artista le trasmiten las materias empleadas.

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Guillermina Perales Crítica de arte y comisaria de exposiciones

Profesionalidad y autodidactismo pueden parecer términos contradictorios
pero no tiene por qué, como en casi todo depende de los casos. En la
realidad contemporánea, multidisciplinar y heterogénea, nos encontramos
con una de las posturas más coherentes que siempre han tenido lugar en la
trayectoria del artista, la formación y el conocimiento necesario para poder
desarrollar un trabajo en el que confluyan los intereses del artista.c

En las Escuelas oficiales, como en cualquier otra institución formativa, depende de
quién dé los contenidos, conceptos y técnicas, de la sensibilidad o de la capacidad
de recepción del alumno para desarrollar la investigación artística o
simplemente caer en una dinámica vacía de contenido. A veces, el ambiente
de los compañeros de estudio es mayor estímulo para indagar en caminos
propios. En las universidades alemanas o americanas, el artista consagrado
tiene un papel importante en talleres y conferencias. Esta experiencia
directa en las Escuelas de Bellas Artes españolas no es la norma, siendo
el autodidactismo una parte esencial en la formación de nuestros artistas,
cada uno viaja o busca la información y la experiencia que realmente tiene
que ver con él.
En la exposición de escultura que podemos ver en la sala del Club INFORMACIÓN,
de Frutos María, nos encontramos con un ejecutor de formas
en un material duro, difícil de manejar, el hierro. Con él construye todo
un ejercicio de formas que van desde la exaltación de su estructura física
hasta el elogio de la geometría, basándose en la escuela vasca de escultura
contemporánea, Oteiza y Chillida, fundamentalmente. Es imposible que
sin un conocimiento exhaustivo del método de trabajo se pueda hacer una
obra coherente en este material. El excesivo peso, la dificultad evidente de
su transformación, hacen casi inviable su tratamiento para quien no sepa
dominar sus dificultades. La necesidad de expresión de Frutos no nace de la
mera afición ni de la formación artística académica, sino de su experiencia
en la escuela de formación profesional, en los talleres de mecánica, donde
debía realizar complejos ejercicios, con una precisión en la medición de la
estructura cúbica, en hierro. Su profesionalidad está en la decisión de construir
piezas en un material que conoce, con la intuición clara de dejar que
la mente vuele entre formas y volúmenes en el espacio, sabedor que a veces
este autodidactismo feroz puede acumular experiencias y hallazgos, y plantear
la existencia de otros mundos, utilizando las formas de la abstracción.

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Martín Gracia Licenciado en Bellas artes

Frutos Maria es un artista autodidacta que cuenta con una larga trayectoria,
que hace tiempo evolucionó hacia la abstracción, donde se siente
más libre. Su propuesta artística actual se centra fundamentalmente
en la práctica escultórica con hierro y acero.

Su obra es inseparable de su persona y por lo tanto dice mucho de
si mismo, tanto de su carácter como de su personalidad. Frutos es una
persona que se ha hecho a si misma, sencilla, emprendedora, trabajadora
y vinculada a sus orígenes. Todo esto se manifiesta tanto en el proceso
creador como en la materialización de su obra artística.
Su inquietud intelectual guarda relación con su afán por conocer y
aprender. Lo que le lleva a ser un asiduo visitante de exposiciones, museos,
ferias de arte abstracto ( con el que se siente identificado) y a comprar
numerosos catálogos y libros de arte de todo tipo y más concretamente
los relacionados con las propuestas relacionadas en cada momento.
Su curiosidad y carácter emprendedor se manifiestan en la continua
experimentación, que en sus esculturas se traduce en una gran diversidad
formal, lo que dificulta su clasificación y de alguna manera, podríamos
decir, enmascara las influencias a las que se encuentra sometida su
obra en conjunto.
Un material recurrente en la mayoría de sus esculturas es el acero, en
particular el acero corten, que tanto por su textura visual como por su
color nos sugiere y remite a tiempos pretéritos, relacionados con el trabajo
manual del hierro y con los útiles de trabajo de la tierra. Esto evoca
de alguna manera sus orígenes y el apego a los mismos.
Su afán de superación y su capacidad de trabajo se manifiestan en su
evolución artística, en el aprendizaje y dominio de las distintas técnicas
necesarias para la realización y acabado de sus esculturas, teniendo en
cuenta que su actividad principal no está directamente relacionada con
el arte.
En general, sus obras son de distintos formatos(lo que las hace aptas
y adecuadas para su exposición en interiores) y de gran contundencia
visual, debido tanto a los materiales de que están hechas como a la concentración
de masas que presentan muchas de sus obras. Sus composiciones
son muy heterogéneas, en lo referente a los elementos formales, y
obedecen a un proceso de creación basado básicamente en la intuición, la
continua experimentación y la elección entre las diversas combinaciones
que proporcionan las diferentes posiciones relativas y de conjunto de los
elementos que componen sus obras.

En su trabajo escultórico de acero podemos considerar tres formas principales
de tratamiento del material y maneras de componer:
• Podemos diferenciar un serie de obras bidimensionales que obedecen a
un cuidado diseño previo en papel y se materializan en chapas recortadas, a
veces agujereadas y otras unidas entre ellas, en las que los elementos compositivos
son formas geométricas primarias: círculos, rectángulos y triangulos.
• Otras en las que se ensamblan piezas de paralelepípedo, generando
composiciones muy compactas y sugerentes.
• Y otras, mucho mas libres, en las que trabaja con barras, piezas diversas,
recortes y otros elementos encontrados de acero, que a veces mezcla con
otros materiales, con los que crea composiciones de diferentes tipologías y
clasificación formal. En definitiva, podemos concluir diciendo que Frutos es
realmente interesante desde el punto personal como el artístico.
Martín Gracia

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Gregory A. L. Martinez de Riquelme Arquitecto , Diseñador y Profesor arquitectura Universidad Londres

Es esta exposición se reúnen por primera vez obras de Frutos en escultura
y pintura realizadas a lo largo de su intenso itinerario vital y artístico.
Las propuestas de Frutos María es esfuerzo y confianza en su habilidad
con herramientas que dan las pautas para desarrollar una obra propia con
dignidad, que explica como explicar un ente hasta entonces inexistente.

Esta grandeza de la que goza su creación que está basada en los pilares
dimensionales del compendio volumétrico.
Nadie puede sorprenderse de alto grado de motivación e ilusión de la
obra de Frutos María, simplemente porque a su vez, su obra nos motiva
emocionalmente y en mi caso particular aún mas, por el mero hecho de conocer
su trayectoria profesional y personal salpicada de adversidades que el
ha sabido aceptar y luchar por superarlas, al inmiscuirse en la dimensión
artística de su obra.
A si pues, me complazco en conocer a un maestro de la auto exigencia, la
honestidad y el equilibrio gravitatorio. Al contemplar su obra, a la vez hay
que mirar, observar y gozar.
De esta manera, resumo un sentimiento que espero compartirlo y entenderlo
con todos vosotros.
Gregory A. L. Martinez de Riquelme

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Manuel Palomar Sanz Rector de la Universidad de Alicante

Frutos María es un consolidado artista de Alicante, que nació en Burgos en 1959. Hizo su primera exposición en 2008 y, desde enton-ces, ha realizado numerosas muestras, individuales y colectivas. Traba-ja tanto la escultura como la pintura y utiliza para ello materiales muy diversos como la madera, el hierro, la piedra o el hormigón armado.

Precisamente estos materiales constituyen un elemento fundamental de su estilo artístico, muy instintivo, con una creatividad que le sale muy de dentro, pues, a partir de ellos, piensa y pone en práctica un asunto artístico determinado que le lleva a materializar sus ideas per-sonales y existenciales. En general, la forma artística que escoge la halla en otros artistas, que imita con naturalidad y sabiendo que su personalidad consiste sobre todo en los problemas constructivos que le genera esa concreta forma y en cómo los va a resolver, es decir, de qué manera y qué pasos precisos tiene que seguir para terminar sus obras, que siempre son el resultado de un proceso general que va de la materia al espíritu.

La exposición de esculturas de Frutos María que produce el Museo de la Universidad de Alicante y que presenta delante del propio mu-seo, al aire libre, está amparada en el dios grecolatino Jano, divinidad ambivalente donde las haya, en la medida en que remite tanto a los principios como a los finales, a los orígenes y a los destinos, a la vida y a la muerte, a las puertas y a los caminos, al cielo y a la tierra… Son los dos polos sobre los que se centra el significado de esa exposición, si bien están aderezados por un componente emocional de primer orden. Frutos parece querer indicarnos que todas las puertas que cruzamos, que todos los caminos que emprendemos y que todos los espacios que construimos -sea en la naturaleza o en la arquitectura-, indefecti-blemente nos conducen hacia la emoción compartida. Como si solos nunca llegáramos a ningún destino, como si para resultar airosos en nuestras empresas necesitáramos estar acompañados o el abrazo de los demás.

La exposición que han comisariado Aramis López Juan y Juan A. Roche Cárcel, profesor de Sociología de esta universidad, está estruc-turada en una serie de partes -puertas (inicios), caminos (proceso emocional), espacios (reflexión), arquitecturas (construcción) y emoci-ones (final)- que siguen coherentemente el ideario trazado por el artis-ta componiendo un argumento narrativo. Además, han ubicado dicho itinerario escultórico al aire libre, en una plataforma rectangular que se encuentra delante de la pátina de agua que, a su vez, está delante del edificio del MUA y que da pie a la entrada al mismo, interactuando con los elementos paisajísticos -naturales y arquitectónicos- que allí se encuentran. De esta manera, la escultura y el paisaje se imbrican mutuamente incrementando sus significados, el sentido que adquieren para los espectadores.

Estoy seguro de que esta exposición interesará a los visitantes, que les hará pensar y sentir acerca de los trazados de sus propias biografías y sobre el papel que el arte, compañero de la existencia, pueda jugar en ellas.

 

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Aramis López Juan Comisario, Licenciatura en Filosofía y Letras (Sección Geografía e Historia), Universidad de Alicante

El dios romano de las puertas, Jano, que también de la arquitectura, y de los principios y finales, del pasado y el futuro, parece ser el encar-gado de tantas cosas que tienen que ver con la vida de Frutos María autor de las obras que se muestran en el Campus de la Universidad de Alicante.

  Es el motivo de una de sus pinturas más intuitivas, un gran lienzo apaisado con dos rostros de perfil que miran en sentidos opues-tos, y que intentan alejarse el uno del otro con la clara convicción de que están unidos, no hay futuro sin pasado.Crear salva, el arte salva, ser artis-ta es buscar salvación, el espacio oculto, el lugar ignoto, donde no va nadie, ni tus personas queri-das. El hacer, hacer que de lo que se piensa y de lo que se manipula nazca un objeto nuevo, crear, que contiene trozos de uno mismo, que está hecho solo por uno mismo, nadie lo haría igual, nadie sabe cómo lo he hecho, nadie entenderá nada, ni quiero que nadie lo mire como yo, porque la función de lo que hago no es para nadie, solo para salvarme. Egoísmo, el arte es egoísmo, sin desviarse una coma de su definición más seca, sin evitar lo reprochable.

En las casas, puertas y ventanas son ojos y bocas en las personas, son tránsitos de lo público para lo privado y de lo privado para lo público; en España ponemos cortinas en las ventanas, párpados. Y en Alicante unas persianas en las puertas que son lenguas, su función ver sin ser vistos, dejar pasar luz y aire al interior, y no dejar pasar ni personas ni miradas y hablar sin que otros puedan hablar. En tiempos musulma-nes, en el solar Ibérico, las casas y las personas se protegían contra el mal de ojo, talismanes en los pilares centrales, suras del Corán escritas con tinta de azafrán sobre pequeños trozos de piel de animal entre las paredes, pequeños objetos de labranza o del hogar cargados de fuerza contra los shayatin1. Jano, su imagen, se ponía, en la época que el solar Ibérico era romano, en las puertas para dejar pasar o no a los que quieren entrar en casa, también guardaba la entrada al infierno.

 

Caminar no garantiza el movimiento, crear sí. Para ir de un lugar a otro podemos usar los caminos ya recorridos o hacer nuevos. Si utilizas los que ya están, obtendrás lo mismo que obtuvieron los que antes los transitaron. Hacer caminos nuevos no es promesa de mejor camino. Jano marcaba el camino de las almas inmortales, algunas llegaban al infierno donde penaban, y en pocos casos estas almas conseguían salir de allí, otras volvían a cuerpos nuevos, esperaban vagando y regresa-ban de nuevo a la tierra; otras, como el propio dios Jano, pasaba de mortal a dios, gracias a los servicios prestados a Saturno, el dios que devoraba a sus hijos. Saturno que se relaciona con la melancolía, la bilis negra, promotora del arte y el pensamiento. La melancolía que atacó a muchos de los grandes creadores.

Melancolía necesaria para convertir la idea de camino en imagen del camino. Frutos María hace imágenes de caminos, de tránsitos per-sonales, individuales, caminos que le permiten salvar su alma y su cuerpo. Los cuerpos no tienen sentido, las almas sí. ¿Podemos usar los caminos de Frutos María? Yo lo hago, y también los caminos de otros artistas. Los artistas señalan; si tienen una función social los artistas es la de señalar. La utilidad de un artista es crear objetos que señalen y objetos que protejan.

Espacios. Para Wittgenstein el espacio lógico es el ámbito creado por las reglas de la lógica2. Y el espacio artístico es el espacio creado por las reglas de la representación artística. Frutos es un hombre de negocios, efectivo en su trabajo, trabajador tenaz, que entiende el trabajo, y sabe que los negocios y el arte son técnica, son aprendizaje y aprehensión, son intención y azar. La lógica intenta establecer certezas, el espacio es real o no, se somete a la lógica o no, nos sirve como premisa o no. Schrodinger3 en su experimento de la caja del gato acerca la lógica al arte, el arte como técnica de construcción de imágenes es en defini-ción imaginación, en ciertos casos es notable la conjunción de arte y lógica, no es habitual.

 

A Jano se le invocaba al comienzo de una actividad importante o al ini-cio de un negocio. Y era también el dios de las transiciones espaciales.

 

Arquitectura. Si la Naturaleza fuera sabia no sería necesaria la arqui-tectura, cualquier carpintero hace un sofá más cómodo que cualquier objeto que la Naturaleza pueda prestarnos. Oscar Wilde nos cuenta, en su Decadencia de la mentira, cómo lo artificial, lo artístico, es siempre

Arte y artificio vienen de la misma raíz y pertenecen al mismo campo semántico superior a lo natural. Es también Jano dios de la arquitectura, de la técnica capaz de crear espacios cómodos y mejores a los que nos da la naturaleza. Lo humano se define, en parte, por el progreso, por la evolución desde lo natural a lo artificial, lo que es creado por el hombre para sí mismo. Proteger el cuerpo desde la eficacia del propio cuer-po, desde la inteligencia crear lo inexistente para que el cuerpo mortal tenga una existencia más duradera y más placentera que la que la na-turaleza nos reserva. Lo humano es huir de lo natural. La arquitectura es artificio nunca naturalidad. Crear arquitectura simbólica es trabajar en un tercer nivel de creación. Crear arte es trabajar no sobre cosas reales, no sobre la mímesis de lo natural, sino trabajar pensando sobre la imagen, sobre la idea reflexionada por la mente de algo que existe, pero que en realidad no interesa, interesa la idea elaborada por una mente a partir de lo real. Primer nivel: naturaleza; segundo nivel: idea; tercer nivel: creación a partir de la idea. Platón no quería artistas en su República porque trabajaban en este tercer nivel, los artistas eran peligrosos para la convivencia. Sin embargo, sí que serían admitidos los arquitectos.

 

¿Qué tiene de emocionante el arte? No hay respuesta, hay objetos ar-tísticos. Frutos María propone una serie de objetos que vienen de sus emociones, objetos que él utiliza como armadura, todo artista crea en un momento de su producción, sobre todo cuando su edad oscila por los cincuenta años, una armadura. Cada artista construye esa armadu-ra con los símbolos e imágenes que cree que podrán serle útiles para continuar con esa segunda parte de su existencia. Jano era el dios que proveía el devenir de las guerras, encargado de las protecciones, las puertas de su templo estaban abiertas en tiempo de guerra. Lo con-vulso de la existencia requiere una armadura similar a la del guerrero. Frutos María construye su armadura de emociones. Emociones que no puede representar con su cuerpo y que sí puede con sus esculturas, esculturas que son armadura.

Puertas, caminos, espacios, arquitecturas y emociones. Frutos María, esculturas en el Campus de la Universidad de Alicante.

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Mara Mira Critico de arte. Diario La Verdad (Murcia) y Profesora de diseño

Cuando el arte toma su raíz de la vida. Hay personas que nacen con habilidades únicas que se manifiestan ya en la infancia. Niños para los que una caja de cartón es un universo a explorar. Críos que, con la insolencia que envuelve la curiosidad, descuartizan sus juguetes sin pizca de piedad. Pequeños capaces de mirar las cosas con la misma pasión con la que un explorador se entrega a un mapa.

Hay personas que nacen con habilidades únicas que se manifiestan ya en la infancia. Niños para los que una caja de cartón es un univer-so a explorar. Críos que, con la insolencia que envuelve la curiosidad, descuartizan sus juguetes sin pizca de piedad. Pequeños capaces de mirar las cosas con la misma pasión con la que un explorador se en-trega a un mapa. En sus linternas relampaguea la luz abrasadora de la niñez. Tal estela guía el querer hacer de Frutos María (Hontoria de Valdearados, Burgos, 1959), a quien le he oído decir:

 «Siempre creo en mi trabajo, en mi capacidad de hacer lo que me gusta».

 Creer en uno mismo y mantener el compromiso personal deviene en base y cimientos para forjar una vida de artista. Poco importa que esa labor se emprenda al inicio de la vida o en cualquiera de las edades del hombre. Ser artista, construir cosas, como apunta el uruguayo Torres García en la lección de inicio citada, es «la revelación de algo maravillo-so«». Incido sobre el dato porque, aun no habiéndose preparado aca-démicamente, Frutos María sostiene el aliento de la creatividad desde que fabricara, a los cinco años, sus primeros juguetes.                                 

 La creatividad es más persistente que la sombra.

 En esta exhibición podrán ver casi medio centenar de piezas de las más de trescientas que ha creado empleando cuarenta años de (livia-no) trabajo. Todas han sido gestadas por él mismo sin ayuda de otras manos. Frutos María no entiende la creación fuera del estudio, algo que parece inevitable en estos tiempos de premura donde la manufac-tura se pasa a terceros. Lo suyo es compromiso moral con el trabajo manual que debe ejercitarse para domeñar la materia, punto creativo del que parte su obra. Para comprobarlo solo hay que seguir el amplio listado de materiales que emplea: acero corten, hierro soldado, piedra, hormigón, aluminio, materiales de desecho...

En su querencia por la experimentación continua no hay ni un ápice de autocomplacencia. Su interés siempre recae sobre la praxis renovada porque nunca se acomoda a las trabadas conquistas de lo ya sabido.

 Cada pieza rezuma el esfuerzo y la fe del logro conseguido.                                           

La sintaxis de su lenguaje viperino y bífido se trenza bien con líneas que generan figuras escuetas, silentes, o bien acaba conformando piezas arquitectónicas capaces de acotar el espacio, o lo que es lo mismo, de delimitar el paso o de filtrar la luz. No en vano el artista, en con-versación, asimiló el orden de la geometría eterna junto al arquitecto amigo Juan Guardiola Gaya. Voy más allá. Las gestadas con hormigón Armonía I y II bien pudieran ser regios edificios si la escala aumentara en mayúsculo. ¿Pura especulación? No.              Una pieza se rubrica como La casa del arquitecto (2015). Otra, Mi casa (2002), es una bella confrontación de iguales resuelta con hierro macizo. Sencillamente, late en ambas la idea de una construcción ma-yestática a partir de una discreta escultura.

 Nota mental: Lo sublime no entiende de proporciones.

Su desestructuración del plano y la contundencia al definir la línea (recta o curva) ha logrado que para referenciar sus piezas se tome como rasero la obra de los escultores vascos Chillida y Oteiza. No les falta razón a quienes lo hacen. La influencia del Laboratorio de Tizas de Oteiza es evidente -sobre todo en las recopiladas en el apartado ‘Espa-cios’-, pero seamos sinceros: ¿qué escultor que desee previsualizar el espacio, el vacío y su sombra, no ha recurrido a este maravilloso juego de variantes y posibles? En las manos adecuadas, el ensayo-y-error al que nos invitan unas pobres tizas (de esas de pizarra de colegio) puede alcanzar lo épico. El paupérrimo yeso al pasar por la forja se transmuta.                                                              Polvo eres y en hierro te convertirás.                                                                                                                     El sortilegio de la geometría que encandilara a los neoconcretistas bra-sileños de los años cincuenta, también asoma entre en sus obras. Es más, de entre el grupo de ilustres que viraron el rumbo del construc-tivismo de las vanguardias, destaco el trabajo de Waltercio Caldas. En ambos las piezas, conceptualmente rigurosas y a veces sin pretensio-nes, ofrecen una visión crítica de cuestiones como la materialidad, lo táctil y el espacio. Apunten el Elogio a la resistencia (2002): va a la caza (y logra presa) de estos supuestos.

 

Pero nada de eso importa. «Una capacidad interna es la que me ha conducido a crear. No busco el éxito, me interesa más el trabajo bien hecho, con coraje y sentimien-to». Son éstas palabras de artista que persigue lo que sueña. A las pruebas me remito. Dos blancas piedras rodantes (traídas de Almería) atravesadas por dos filos de hierro conforman la obra Matrimonio. Am-bas a la vez (y a la par) se contraen en febrero y se dilatan en agosto. Cinco años tardó Frutos María en fijar la leve caricia del beso infinito.

El tiempo no apremia cuando uno se sabe constructor de lo eterno.

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Jordi Navas Doctor en Filosofía y letras, Critico de Arte

La vida del artista Frutos María ha estado estrechamente ligada al campo de la arquitectura y de los procesos constructivos. Profesional de un mundo donde la creatividad vive subordinada a la eficacia de la función, su trayectoria como escultor y pintor tiene algo de reivindicación, pero al mismo tiempo rinde tributo al oficio y a los elementos físicos y materiales de la obra.

Determinante en este proceso de vinculación entre los lenguajes de la arquitectura y el desarrollo de su obra plástica ha sido la colaboración mantenida durante años con el arquitecto Juan Guardiola Gaya, fallecido hace ahora diez años, quien también incursionó en la creación pictórica y escultórica. El propio Frutos ha reconocido públicamente el vínculo que le une a la obra del arquitecto catalán afincado en Alicante desde finales de los 50. Guardiola le confió importantes encargos, le insufló confianza y le animó a internarse por los caminos de la creación. Esta asumida mentoría se traduce en una profunda convicción en el poder de la creación más allá de los límites disciplinares.

El aliento que impregna la obra de Frutos María tiene algunas de las esencias de Juan Guardiola. Este se formó con Francesc Mitjans, quien lo fichó siendo aún estudiante para el proyecto del Estadio del Camp Nou de Barcelona, donde se doctoró con honores en el aprovechamiento expresivo del hormigón visto. Con Xavier Busquets exploró el diálogo compositivo entre la plástica moderna y el contexto histórico-edilicio y de Antonio Perpiñá tomó el caudal de experiencia urbanística. Un torrente que le inició en el complejo Azca de Madrid y que pudo continuar a través del proyecto que le trajo hasta Alicante, el planeamiento del primer Polígono de la Playa de San Juan.                                                                                                                                                 

Guardiola había tenido paralelamente una formación como artista plástico en la La Llotja de Barcelona, donde había coincidido con Antoni Clavé y con los pintores del grupo Dau al Set. Una experiencia formativa que se tradujo en una dispersa pero brillante obra, que aguarda, en su refugio artístico de Finca Capucho, la ocasión para revelar la vertiente plástica de este polifacético creador, amante del art brut y fiel a la técnica del ensamblaje con objetos encontrados.

Pero el encuentro profesional con un joven Frutos María tendría lugar algunos años más tarde, cuando ambos inician una relación de tipo profesional que les lleva a colaborar estrechamente en proyectos determinantes para la evolución de la arquitectura turística, como fueron las diferentes torres y complejos urbanísticos Coblanca de Benidorm.

 Admirando uno de los edificios emblemáticos de Guardiola, La Torre Vistamar, inspirada en la Torre Pirelli de Gio Ponti y Pier Luigi Nervi, hallamos referencias escultóricas que tendrán un reflejo explícito en posteriores obras de Frutos María. Es el caso de la celosía posterior, realizada en una sola pieza por Miguel Losán, cuya huella inspiradora aparece de forma recurrente en piezas del artista.

Más allá de alusiones concretas, Frutos María representa, gracias al vínculo formativo y profesional con Guardiola, un referente en la muy actual tendencia que comunica el campo de acción de la arquitectura con los lenguajes del arte.

Esta relación viene de lejos, pues la esfera de la arquitectura y el arte han convivido a través de movimientos como el constructivismo ruso, el expresionismo, la Bauhaus o De Stijl. Otras veces la tensión por la delimitación de la competencia disciplinar, el empuje transgresor en sus límites o las comparaciones en relación con su integridad y relevancia han puesto en entredicho un equilibrio que finalmente siempre vuelve gracias a la transversalidad de la función creativa.

Los últimos años han situado ese flujo compartido en el punto de mira del observador y han desatado una convergencia hacia la revelación del poder sensual del espacio. La razón de ser de esta tendencia reside en el movimiento emancipador del arte respecto a su confinamiento.

 El site specific no constituye ya una categoría de intervención. De algún modo hasta los contenedores museísticos han entablado un nuevo diálogo, en el que el objeto lleva la voz cantante y los contextos espaciales son parte de la obra. Por su parte, la arquitectura ha roto las cadenas de su ensimismamiento y hoy solo se entiende desde la lógica del lugar.                                                                                                           

En esta misma línea, el trabajo artístico de Frutos María nace de un proceso ligado a la materialidad constructiva y vuelve ahora, después de una extensa y autónoma diégesis estética, a un contexto definido por la preminencia de la arquitectura en el campus de la Universidad de Alicante. Una ocasión sin precedentes para asistir al reencuentro de la forma y la materia con su raíz espacial.

Estructuras, superficies, texturas y colores de la arquitectura, autónomos en su expresión e inclinación y concordantes en el sentido musical de la composición. Así, las esculturas de Frutos María resuenan como acordes en este ir y venir de un universo creativo a otro.

Llevando un paso más allá la analogía musical, cabría decir que la tonalidad de su obra depende del tratamiento compositivo de la materia y que la clave indefectiblemente viene dada por la pasión y la fuerza de un espíritu forjado en los rigores del oficio constructivo.

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Piper Ross Ferriter Curador y escritor independiente, y curador de la Escuela de Artes Visuales de la ciudad de Nueva York, EE.UU

Las obras del escultor Frutos María son singulares. Desprenden un aura tan perturbadora como magnética. Su poesía de hierro nos recuerda tanto al pasado mito de Hefesto como al presente maestro Richard Serra. Es esta dicotomía, esta confusión entre lo histórico y lo contemporáneo, la que persiste a lo largo de la obra de María. Sus esculturas poseen un halo atemporal, como la propia creatividad.

María defiende que su práctica artística se ve impulsada más por el afán de crear que por el de exponer o vender. Su creatividad, imparable y prolífica, queda patente en el amplio período que abarcan las es-culturas expuestas en Jano. Exposición de esculturas de Frutos María

(2017), en la Universidad de Alicante (UA): desde 1990 hasta nuestros días, y perfectamente podrían ir desde la Edad de Hierro hasta la ac-tualidad. Sus superficies, cubiertas de cicatrices y óxido, nos transmi-ten una sensación de antigüedad, tal vez de sabiduría, como vestigios de un pasado que imaginara un futuro aún por alcanzar. Las imágenes de las esculturas de María nos llaman a engaño: fuera de contexto, parecen mucho mayores que los rascacielos, pero en realidad pocas de ellas superan el metro de altura. Su tamaño, sorprendentemente pequeño, nos hace pensar en prototipos que nos dan una idea de lo que está por venir. Merece la pena plantearse si el Stonehenge nació como una maqueta hecha de guijarros.

 

Los títulos de las obras contribuyen a su mística, que rechaza la tempo-ralidad: algunos son profundos; otros, desenfadados; y todos, perfectos en su extraordinaria sencillez. Geometría (1991) se inclina hacia los bloques de color de Piet Mondrian, pero María dota a su obra de di-mensionalidad y calidez, con una superficie terrosa y una textura arre-molinada. Bocacalle (2011) expresa una sensualidad que no cabría esperar del hierro, al que rara vez atribuimos el adjetivo flexible. Lo cierto es que Movimientos (2003) no podría captarse sino en movi-miento, detenido en el tiempo. Composición geometría I (2013), una de las pocas obras que no son de hierro, se asemeja a una interpretación planar y perfeccionada del Coliseo de Roma. Sonido (2009) es rústico, moderno y seductor a un tiempo, fascinante tanto en lo visual como en lo sónico. Del mismo modo, la forma en que la UA ha conceptualizado la exposición elude toda especificidad temporal; las obras se organizan según temas viscerales, que evocan no tanto una cronología como el proceso, el esfuerzo o la materialización humana. Aquello que nos su-gieren dichas categorías es del todo impecable; invitamos al visitante a tomarse su tiempo para pasearse, reflexionar y asombrarse.

 

Jano. Exposición de esculturas de Frutos María muestra una cantidad excepcional de esculturas, sobre todo si se tiene en cuenta que esta selección no representa sino una mínima parte de la obra del artista. Al deambular por entre sus cuarenta y seis piezas nos adentramos en el laberinto de la mente de María, un caleidoscopio monocromático de formas que se resiste a arraigarse en una época concreta. En su conjunto, las obras son un cambiante mar de hierro; individualmente, son los restos del naufragio del genio humano, arrastrados a la orilla por las olas, que tanto pudieran proceder del pasado como del futuro. Quién sabe cuánto tiempo vagaron a la deriva antes de encallar en la UA… Qué fácil olvidarse de la tremenda fuerza que requiere dar forma a las líricas curvas de Abrazos I (2005) y la precisión angular de Armonía vertical (2014-15) a partir de un material tan temperamental como el hierro. Su sensibilidad en bruto da fe del proceso al que se han someti-do hasta obtener sus formas definitivas, como las líneas de expresión y las arrugas de un rostro ya curtido por los años. Sus formas y signos de puntuación ponen de relieve hasta qué punto domina María su medio artístico, así como su inagotable creatividad a la hora de imaginar aque-llo en lo que se podría convertir; una creatividad que no conoce límites en el tiempo, como solo podría poseer un artista eternamente creativo.

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La arquitectura se convierte en juego y, así, también en aprendizaje